Es muy común que los pescadores deportivos atrapen peces de porte muy pequeño, que después no van a utilizar para consumo, y los dejen morir ahogados.
A veces vemos pescadores, en la escollera, o en una playa o roquedal, que pescaron 6, 8, o 10 pequeñas roncaderitas, y las dejan alineadas sobre una piedra, o la arena, y cuando se van a retirar del lugar de pesca, desarman el equipo, guardan todo, y se van, y dejan su pesca tirada, para que se pudra al sol, o la coman las gaviotas.
Sería muchísimo mas conveniente que esas pequeñas presas, que no se van a usar para el consumo, fueran devueltas inmediatamente de atrapadas, al agua, para que crecieran, y se reprodujesen en el futuro.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre pesca, caza, y recoge frutos de los montes. El instinto de cazador y pescador está, seguramente, instalado en nuestros genes.
No divierte, nos entretiene, nos hace sentir bien. El contacto con la naturaleza mantiene limpia nuestra psiquis. El atrapar a un pez, nos hace sentir bien, nos da un premio, nos hace saber que el instinto está vivo.
Solamente nos falta aprender a hacerlo con inteligencia. SIN DEPREDAR
Cuando hay un montón de pecesitos muertos tirados, abandonados en la orilla por un pescador, el que falla no es ese pescador que realizó una matanza innecesaria, sino que los que fallamos somos los que sabiendo la importancia de la no depredación, no lo divulgamos.
Divulguemos este mensaje, y comenzaremos a ser útiles.
Un abrazo